
Los años nos entregan enseñanzas. El nacimiento es todo un suceso, la muerte es un dilema. En el tránsito por la vida, nos encontramos con resultados inespe-rados, que para muchos aún no tienen explicación. La recolección de los frutos sembrados en la juventud, nos permitirá tener tranquilidad para enfrentar la te-mida vejez.
En los senderos de la vida, vamos de la ale-gría a la tristeza; del afán, a la pasión, vivimos aprisa, esta vida corta y hermosa, que al final nos reclama por los maltratos dados. El desamor, es la consecuencia de lo dilapidado en las oportunidades mal orientadas.
Vivir es sentir, tener la felicidad, gozar con el logro del reconocimiento en una sociedad que va por el mundo en busca de identidad, en la incógnita de que si esta vida, es merecida o desperdiciada.
La vida al final; da el balance a los actos rea-lizados, los caminos que tomamos, influyen, en las postrimerías de los años. El dolor de un mal balance, nos hace sentir fracasados, con ansia anhelamos los momentos desperdiciados. Con el alma llorosa, im-ploramos tener otra oportunidad, quizá volver a co-menzar, en la angustia sentimos que ya es imposible, no vemos otra solución que la resignación en la per-dida de la mejor oportunidad que nos entrega el crea-dor; la vida.
Cuando los años pesan, está escrito, con el deseo que pueda enfrentar la misión encomendada, dirigirla por el mejor camino, poder compartir con nuestros semejantes las enseñanzas que nos entrega la vida existencial.
El mejor deseo de este hombre que encontró a través de la reflexión, la sabiduría, la misión de ser sem-brador en la semilla de vida; es que los seres que to-men este libro puedan detenerse a reflexionar por unos minutos sobre el rumbo dado a su vida.
Para todos ellos y reflejando a mi Dios, les dedico esta novela